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.El reflejo sombrío. 




Normalmente, suelo dormir bien, pero la terrible tormenta de afuera hizo que me espantara el sueño. Comienzo a dormir nuevamente, cuando de pronto otro ventarrón hizo tanto ruido que vuelvo a despertar algo asustado. El ciclo dura casi toda la noche. Así que estoy allí cansado pero con los ojos abiertos y mirando hacia afuera, recorro la habitación con la mirada y noto como se extiende ante mi una sombra alargada. 


Mis ojos se mueven buscando el objeto sin nombre que pueda proyectar tal cosa, hasta llegar a mi espejo, y esa cosa mirándome fijamente hacia a mi. De repente hay un destello de un relámpago, la luz parpadea frente al espejo y por un segundo, el espejo revela una silueta extraña, muy parecida a mí, agitando la cabeza fuertemente, con la boca abierta y los ojos hundidos y amoratados. 

A continuación, después de varios segundos de estar mirando esa horrible estampa, cierro los ojos fuertemente y me pregunto ¿Estás seguro de lo que has visto? Sin siquiera resolver dicha pregunta, no duermo por el resto de la noche, solamente estoy ahí, en mi cama cubierto con las sábanas hasta la cabeza, enroscado, con los ojos cerrados apretadamente e inmóvil . 

A la mañana siguiente corrí a quitar el espejo de la pared para luego tirarlo a la basura. No importa si esa extraña visión que había visto era de verdad o era solo un invento de mi imaginación, quería deshacerme de ese espejo. De hecho, después de pensarlo bien quité todos los espejos de mi casa sin excepción. 

Las semanas pasan y trato de seguir como si nada, sigo normal en mi vida pero el caso de aquella noche aún esta presente en mi memoria. Entonces decido ir a pasar el día en casa de un amigo y en el transcurso del día mi cuerpo avisa que tengo que usar el baño. Mientras que estoy en el baño el agua del grifo comienza a correr sin que lo tocase. 

Sorprendido por esto, aún sin actuar, trato de razonar aunque es imposible con esta paranoia atacando mi mente. El agua comienza a tornarse muy caliente hasta evaporar y una nube de humedad cubre el espejo frente al lavamanos. Me quedo mirando atentamente con los ojos fijos en el espejo y mi cuerpo adherido a la pared y veo como lentamente se forman las palabras: 

"Por favor, devuelve los espejos. Echo de menos  verte dormir por la noche."

.El niño.


Una pareja vuelve a casa ya bien entrada la noche, después de haber estado en una fiesta con unos amigos. Viven en un pueblo alejado de la ciudad y deben recorrer con el coche una carretera que atraviesa un bosque.

Atravesando el bosque, ven que hay un coche accidentado. La delantera del coche estaba siniestro total, pero los asientos traseros estaban intactos y se notaba la silueta de un niño. Se detienen en el instante. El niño esta muy ensangrentado, también algo pálido debido al susto del accidente piensa la pareja, el pobre niño no reacciona a nada.

Cuando inspeccionan el interior del coche para ver que tal están los ocupantes, ven que el conductor y el copiloto están muertos, pero no parece que sea por el accidente solamente, ya que tiene una especie de corte en el cuello. Sospechando que los padres han sido asesinados por alguien y temiendo que el asesino ande cerca, meten al niño corriendo en el coche y emprenden el viaje a toda velocidad hasta el pueblo, para avisar allí a la policía y que acuda al lugar de los hechos.

El niño sigue sin hablar, debido suponen al estado de shock de todo lo que ha tenido que presenciar. El conductor va a toda velocidad está deseando llegar y sentirse a salvo el silencio en el coche es inmenso. Cuando mira por el retrovisor para ver como se encuentra el niño, observa enseguida que tiene en sus manos un cuchillo lleno de sangre.

- ¡Dios santo! Quítale el cuchillo-. Le dice el hombre a su mujer, ella no responde. Decide parar el coche, se da la vuelta y ve a su mujer degollada con la boca abierta mientras el niño se lanza hacia él. Acelera el coche y da bandazos con el coche para intentar que el niño caiga, no lo consigue y finalmente acaba accidentado.

Una hora después otra pareja en coche se acerca... y se encuentra al pobre niño pálido... deciden llevarlo al pueblo mas cercano y ..

.La habitación de arriba.


Todo empieza durante una fría noche de invierno, cuando Cristina Lopez, una universitaria de 19 años de edad, tuvo hacer las veces de canguro para conseguir algo de dinero. La joven debía hacerse cargo de los hijos de un matrimonio que vivía dos manzanas más abajo de su casa. Se trataba de dos niños, uno de 5 años y el otro de 13 meses, que apenas le causarían molestias.
Al dar las nueve de la noche, Cristina acudió al domicilio del matrimonio donde pasaría la peor noche de toda su vida... 

Era una casa enorme, tenía dos pisos y una buardilla de esas antigüas que parecía haber salido de una película de terror. Arriba se encontraba la habitación de los niños y la de la pareja y en la parte de abajo había un gran salón donde la joven aprovecharía para seguir con sus estudios mientras estaba pendiente de las necesidades de los críos. A las diez les puso el pijama y los subió a la habitación en la que dormían rodeados de unos grandes muñecos de peluche que parecían tener vida propia. El tiempo comenzó a pasar lentamente y por fin llegó la media noche.
El cielo estaba completamente oscuro y una fina lluvia comenzó a golpear los cristales de la casa. Minutos más tarde, empezó a empeorar el tiempo, y lo que en un principio era una inofensiva lluvia de cuatro gotas de agua, llegó a convertirse en una de las más aterradoras tormentas de los últimos tiempos. Debido a una subida de tensión, las luces del salón se fundieron una por una y la joven comenzó a notar como el miedo recorría su cuerpo de pies a cabeza.
De pronto comenzó a sonar el teléfono y la muchacha corrió a cogerlo pensando que se trataría del matrimonio. Pero no fue así, al otro lado del teléfono podían escucharse los gemidos de un hombre que parecía querer asustarla. Era una voz profunda y tétrica, realmente aterradora!. El hombre del teléfono decía una y otra vez:- ¡Voy a por los niños y luego a por ti! -, ella quiso pensar que era una broma pesada de algún amigo.
La casa estaba completamente congelada, hacía un frío espantoso, pero... ¿de donde procedía? Era como si alguien se hubiese dejado una ventana abierta, pero ella ya se había asegurado de cerrarlas todas antes de acostar a los niños. El teléfono comenzó a sonar de nuevo; en ese mismo instante los críos comenzaron a gritar de una forma agonizante. Christen recordó que podía utilizar el localizador de llamadas para poder saber de donde procedían las llamadas y de quien era la misteriosa voz que la acosaba.
Descolgó el teléfono, pulsó la tecla de localización y esperó durante unos cuantos segundos. Un 'bip' fue el decisivo para desvelar el misterio, pero no hizo que el miedo desapareciese, ¡sino todo lo contrario! Lo que la joven descubrió en esos instantes la dejó sin apenas poder respirar! Las llamadas procedían... DE LA HABITACIÓN EN LA QUE SE ENCONTRABAN LOS NIÑOS DURMIENDO!!!!!!
Por el auricular del teléfono pudo escuchar como la voz del hombre le decía a gritos: - "Quédate ahí quieta, enseguida bajaré a por ti..."

"Si alguna vez os quedáis solos en casa aseguraros de cerrar bien todas las puertas y ventanas o el mal podrá colarse a través de ellas"


.La muñeca enterrada.


Era noviembre. Mi amiga Clara y yo, vivíamos en el mismo pueblo, y esa tarde habíamos quedado para coger muestras de tierra para un trabajo que debíamos hacer en clase de Biología. Nos entretuvimos mucho hablando y jugando sin darnos cuenta de que empezaba a caer la noche sobre los solitarios campos de Montejícar. Dándonos prisa excavamos por diferentes lugares para coger tierra. 
En un inesperado instante mi amiga gritó: ¡mira lo que hay aquí! y efectivamente, había algo. Era una muñeca. Era aterradora, todo hay que decirlo: pelo rojo, ojos casi desencajados, y lo más chocante era su profunda seriedad, algo extraño en muñecas para niñas. Allí se hallaba semienterrada y vestida de blanco. Pero en fin, allí se quedó. 
Al emprender de nuevo el camino a casa, Clara, empezó a sentirse mal. Yo la cogí de la mano y nos fuimos al pueblo hasta llegar a su casa. Fue la última vez que la vi viva. Esa misma noche, 1 hora después, más o menos, su madre llamó muy tarde a casa llorando diciendo que Clara se estaba muriendo en un hospital. 
Yo me enteré de la horrible desgracia al día siguiente. Efectivamente, Clara, había muerto esa noche, sin ni el más mínimo previo aviso de falta de salud en sus días anteriores. “Una niña de 9 años muere en Montejícar sin causa aparente” decía la prensa un día después del suceso. El pueblo entero acudió a darle el último adiós.
4 o 5 años después de dicho acontecimiento leí algo que me heló la sangre. Fue escalofriante y de hecho me tuvo 8 meses bajo tratamiento psicológico. Leí que la persona que tenga una enfermedad en fase terminal y no tenga cura, enterrará una muñeca vestida de blanco, y en el momento que otra persona encuentre dicha muñeca, pasará a ésta el mal y padecerá la enfermedad a partir de dónde se quedó la persona que entierra la muñeca, la cuál, quedará sana y totalmente curada. 
Entonces, pienso yo: si en vez de ir a coger la tierra esa noche, hubiésemos ido al día siguiente, ya no hubiera tenido efecto, y Clara no hubiera muerto, porque la persona enferma que la enterró, habría muerto en el mismo momento que Clara.