from BTemplates!
contador de visitas

.El color rojo. 



Érase una vez una maestra que era muy bonita. Pero por mas bonita que fuera, tenía un corazón podrido. Inmersa en sus propios objetivos y amargura, descargaba con sus estudiantes la frustración de llevar una vida que no le gustaba y le ensombrecía el ánimo con cada día que pasaba.

En su clase, había un chico que se enamoró perdidamente de ella. La maestra sabía de esto y rompió su corazón, decidiendo no terminar con eso también pensó que sería buena idea humillarlo para su propia diversión. El pobre muchacho no aguanto más y se suicidó. A la maestra no le importo lo que sucedió y con una pluma roja tachó el nombre del estudiante.

Un día que la maestra se tuvo que quedar trabajando hasta tarde. Al salir de la pequeña habitación que constituía la sala de profesores, se encontró con que había un estudiante en el pasillo que le daba la espalda. Le pareció extraño que un estudiante estuviera allí a esa hora, así que lo llamó.

Cuando la maestra lo vio, sufrió se desmayó del horror al comprobar que una equis roja cruzaba el rostro pálido y demacrado del niños, era un tachón similar al que ella misma había hecho sobre el nombre del pequeño estudiante.



.Las fotografías.


Hace unos meses una amiga mía, que es una fotógrafa por naturaleza y con mucho futuro, decidió pasar un día y la noche sola en los bosques fuera de nuestra ciudad. Ella quiso conseguir las fotos de los bosques y la fauna tan naturalmente como ella podría para su portfolio.

No tuvo miedo de estar sola, porque ya había acampado por su cuenta muchas veces antes. Estableció una tienda en medio de un pequeño claro y pasó el día tomando fotos. Se llenó cuatro rollos de la película por aquel viaje, pero algo era extraño sobre ellos.

Lo que vio en aquellas fotografías se ha quedado con ella desde entonces, y todavía trata de reponerse del trauma le han causado. Casi todas las imágenes fueron normales, salvo una imagen en cada rollo de la película. Estas fotos eran de ella, dormida en su tienda en medio de la noche.

.Pasos en el pasillo.


Estaba durmiendo en la noche en una ruinosa pensión, era lo mas barato y no tenia tiempo para buscar otro lugar en donde cobijarme durante la noche. A medianoche sentí que algo no me dejaba dormir, abrí los ojos y vi que a mi lado había una anciana echada sobre la cama, mirándome fijamente.

- No te asustes - susurró la anciana -. Lo que anda en el pasillo sí te tendría que asustar.

Rodé en la cama y me puse de pie en el lado opuesto al que estaba la anciana. Encendí la luz, la anciana aun permanecía allí, mirándome fijamente a los ojos, y con la mano me señaló el pasillo.

- No hagas ruido, ahí viene por el pasillo - susurró nuevamente.

Presté atención y escuché unos pasos. Los pasos se detuvieron frente a la puerta de mi habitación. La anciana me indicó que guardara silencio con un gesto. Los pasos volvieron a sonar, está vez alejándose por el pasillo. Yo no entendía nada.

¿Qué estaba pasando?

Fui hacia la puerta, entonces ella intento detenerme, pero quería saber que ocurría. En el pasillo aún había algo, aun se escuchaban los pasos. Abrí la puerta y me asomé, para mi sorpresa no vi a nadie, aunque se seguían escuchando los pasos. Cerré la puerta y giré hacia la anciana, ésta sonreía.

- Yo soy la encargada de la limpieza, y sé que es un fantasma que ronda por la pensión. Lo desperté para avisarle, no es bueno que el fantasma lo encuentre dormido, podría darle un susto de muerte - me dijo.

- El susto me lo dio usted. Pero está bien, gracias por avisar, nunca más vendré a este lugar.

Salió sin decir más y me quede solo. No volví a escuchar los pasos. En cuanto amaneció fui hasta la recepción, allí estaba el dueño.

- Bonito lugar tiene usted - comencé a decirle con tono sarcástico -. Claro, esta el pequeño detalle, casi insignificante, ¡de que aquí hay fantasmas! - el dueño me miró algo perplejo, después se pasó la mano por la barbilla como pensando.

- Discúlpeme, tenía mis sospechas, pero como no duermo aquí, no estaba seguro. La limpiadora siempre me lo decía, decía que había fantasmas ¡Y yo no le creí! Ahora ya es tarde para disculparme con ella; murió hace tiempo.