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Autopista Fantasma


LA AUTOPISTA FANTASMA (1)

La carretera principal que va de Baltimore a Nueva York, al llegar al km 12 se cruza con una importante autopista. Se trata de un cruce muy peligroso, y en muchas ocasiones se ha hablado de construir un paso subterráneo para evitar accidentes, aunque todavía no se ha hecho nada. Un sábado por la noche, el doctor Eckersall regresaba a su casa después de asistir a un campeonato de golf para aficionados. Al llegar al cruce redujo la velocidad y se sorprendió al ver a una deliciosa jovencita, vestida con un traje largo, de fiesta, que estaba haciendo autostop.

Frenó de golpe y le hizo una señal para que subiera a la parte trasera de su descapotable. "El asiento de delante esta lleno de palos de golf y paquetes", se disculpó, y a continuación le preguntó: "Pero, ¿que está haciendo una chica tan joven como tú sola a estas horas de la noche?"

- "La historia es demasiado larga para contarla ahora", dijo la chica. Su voz era dulce y a la vez aguda, como el tintinear de los cascabeles de un trineo.

"Por favor, lléveme a casa. Se lo explicaré todo allí. La dirección es North Charles Street, número XXXX. Espero que no esté muy lejos de su camino".

El doctor refunfuñó y puso el coche en marcha. Cuando se estaba acercando a la dirección que le indicó ella, una casa con las contraventanas cerradas, le dijo:

- "Ya hemos llegado". Entonces se giró y vió que el asiento de atrás estaba vacío.

"!Qué demonios?, murmuró para sí el doctor.

La chica no se podía haber caído del coche, ni mucho menos haberse desvanecido. Llamó repetidas veces al timbre de la casa, confuso como no lo había estado en toda su vida. Después de un largo tiempo de espera, la puerta se abrió y apareció un hombre de pelo gris y aspecto cansado que lo miró fijamente

.- "No sé como decirle qué cosa mas sorprendente acaba de suceder", empezó a decir el doctor, "una chica joven me dio esta dirección hace un momento.

La traje en coche hasta aquí y...

" - "Sí, sí, lo sé", dijo el hombre con aire de cansancio, esto mismo ha pasado otras veces todos los sábados por la noche de este mes. Esa chica, señor, era mi hija. Murió hace dos años en un accidente automovilístico en ese mismo cruce donde usted la encontró..."

Otra versión de esta historia:

Se cuenta por ahí, quizá ya lo hayas oído, la historia de un chico que un día recogió a una chica guapísima que hacia autostop. Ella le dio la dirección de su casa y el chico la llevó, pero al ser la calle de dirección única la chica le dijo que la dejase al principio de la hilera de casas, que ella ya seguiría caminando. Al día siguiente el chico reparó en que en el coche había una bolsa. Era la que la chica llevaba el día anterior. 'Se la debe de haber olvidado' pensó. La abrió y encontró la documentación de la chica y se dispuso a llevársela. Cuando llegó a la calle del Campanario, allí vivía la chica, se acercó a su puerta y llamó. Le abrió una señora mayor. 'He encontrado esto en mi coche se le ha debido de olvidar a la chica que traje ayer hasta aquí' dijo él. La mujer al ver la documentación quedó pálida. '¿De dónde ha sacado eso? ¡Es de mi hija!' gritó. 'Tranquilícese, señora. Ayer la traje hasta aquí y...' 'Imposible, mi hija lleva muerta un año. Márchese'. El chico, confundido, se montó en su coche y comenzó a dar vueltas nervioso, hasta que decidió volver para poner en claro la extraña historia. Cuando se acercó a la calle comprobó que todo era diferente y se quedó petrificado al descubrir que en donde antes estaba la casa ahora sólo se veía la puerta de un pequeño cementerio.

En algunas versiones de la leyenda, la chica se deja en el coche un libro o bufanda.

En otras, la chica desaparece cuando el coche pasa al lado de un cementerio, y el conductor encuentra el abrigo que le dejó a ella encima de la tumba de una chica que murió de accidente hace algunos años.

Nueve veces Verónica


ver

Esto es justo lo que nunca debes hacer: ponerte frente al espejo y repetir nueve veces seguidas el nombre de Verónica.
No serías el primero que se rie al conocer esta historia, que lleva circulando por el mundo desde hace varias décadas. Muchos antes que tu han pensado que se trataba de un cuento chino y se han burlado, pero otras personas aseguran que quienes no han hecho caso de la advertencia y han aceptado el desafí­o, han cargado con una maldición terrible.
¿Quien es Veronica? O mejor dicho: ¿quien era? Se trataba de una chica de 14 años que, estando en el pueblo con sus amigos, hizo espiritismo en una casa abandonada. Todo el mundo sabe que es algo tremendamente peligroso y que jamás debe tomarse como un juego. Ella no siguió las reglas de los fantasmas, se burló durante toda la invocación y una silla que había en la habitación cobró vida y la golpeó mortalmente en la cabeza.
Sin embargo, Verónica aun no descansa en paz. Su espi­ritu esta condenado y vaga buscando venganza entre aquellos que no saben respetar el Mas Allá, como le sucedía a ella en la vida real.
Ana era una chica de la edad de Verónica que conoció la leyenda en su instituto. Sus amigos la picaron, diciendole que no se atrevía a decir “Verónica” nueve veces ante el espejo. A ella le daba miedo, pero venció su terror porque le avergonzaba quedar mal ante todo el mundo. Una compañera fue a los servicios de esa planta del instituto para comprobar, entre risas, si cumplía la prueba.
Lo hizo, no paso nada y el grupo lo olvidó enseguida. Menos Ana. Para ella la auténtica pesadilla comenzó esa misma noche. Estaba en la cama, cuando un sonido la despertó. No se trataba de un estrépito, sino de una especie de susurro indescifrable que oía cerca de la nuca, mientras sentía como si alguien respirara en su cuello. Aterrada, se levantó y encendió la luz. Alli­ solo estaba ella. A pesar de eso, no pudo dormir en toda la noche. Al diía siguiente, no se atrevió a contarselo a nadie. Estaba muerta de miedo, y en medio de la clase tuvo que salir al servicio para mojarse la cara y despejarse. Pero cuando entró al baño, hací­a mucho frí­o (como estaban en invierno no le dió importancia) y una capa de vaho cubría el espejo. Ana lo limpió con la mano para comprobar horrorizada que tras ella habí­a una chica que no había visto jamás, con una expresión de espanto y sangre en la cabeza. Fue solo un instante. Cuando se volvió a mirar, ya no habí­a nadie. Ana rió nerviosamente, pensando que todo era fruto de su imaginación, los nervios y el cansancio. Sin embargo, cuando se volvió hacia el espejo vio algo que la dejo helada. Al borrarse el vaho una frase habi­a permanecido escrita: \'Soy Verónica. No debiste invitarme a volver\'.
Ana no pudo soportarlo. Hoy pasa sus dias encerrada en un manicomio, y solo habla para jurar y perjurar que el fantasma de Verónica la sigue atormentando.

La mancha


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Desde hacía días permanecía inmóvil. La familia seguía expectante a que hiciera algo, a que reaccionara. La semana anterior había tomado la forma de un payaso. Cabezón, con manotas y zapatones. Pero esta semana, nada. Quieta y oscura, había vuelto a ser la simple mancha de humedad que ennegrecía desde siempre una esquina del cielorraso del living.
Con los años, fue adquiriendo formas muy distintas. Una vez, cubrió gran parte de una de las paredes reproduciendo la silueta de un barco pirata; días después se convirtió en un ramillete de flores; fue también un puñal y una nube y un pianito en una esquina, entre garabatos.
Pero ahora, los tres hermanitos estaban consternados. El menor, Ezequiel de tres años, la miraba por momentos ilusionado; tal vez, en una de esas, se movía. Ignacio, de cinco, trataba de darle una explicación lógica: ¡se secó! Pero Esteban, el de ocho, guardó silencio, preocupado. Los padres no lograban consolarlos, era inútil.
La mancha de humedad ya no cambiaba más de forma.
Hasta que una noche, desde la ventana, la luz de la luna acertó en su escondite. Una sustancia pegajosa brotaba del techo; envuelta en una membrana transparente, brillante, con pecas pardas.
Después de varios intentos por despegarse, se dejó caer directo al suelo. Protegida por las sombras de los muebles del living, se aseguró de evitar la luz. Se deslizaba despacio, alerta a cada sonido, a cada imperceptible movimiento del aire. Poco a poco fue dirigiéndose al cuarto de los chicos. Se deslizó por debajo de la puerta hasta acercarse a las camas. Cada acción era medida, para no despertarlos. En eso, oyó un ruido que la sobresaltó.
Era Esteban, que se había dado vuelta dejando caer la mano al piso, a centímetros de ella. Esperó volver a oír los ronquidos, para reanudar su marcha. Pesada, prudente, consiguió lamer la punta de los dedos del muchacho que, rápidamente, giró levantando el brazo, metiéndolo luego dentro de la funda de la almohada. Ciega, y guiada por un olfato exquisito, la mancha seguía el olor de la inocencia. Entonces optó por voltear a su derecha. Allí estaba Ignacio, enredado entre las sábanas, apenas se le asomaban las rodillas. La mancha no podía percibir la intensidad del calor de ese cuerpo, por los confusos pliegues de las telas. Empezó por lo más fácil: la cuna. Ezequiel dormía destapado y extendido en el medio del pequeño colchón con la boca entreabierta, un hilito de baba brillaba en su camino hacia la almohada. Blanda y resbaladiza, trepó los barrotes.
Cuando llegó a la cara, lo embistió por la boca. Sin oportunidad de reaccionar, el chico comenzó a oscurecerse. Los cachetes rosados se tornaron verdosos, luego morados, para después quedar absolutamente negros, como todo el cuerpo. La mancha fue nutriéndose rápidamente. Crecía a medida que el pequeño se disolvía. Apenas quedaron algunos restos pegados a la sábana.
A la mañana siguiente, la madre puso a calentar la leche en un jarrito. Repasó los guardapolvos y llamó a la puerta de los chicos, para despertarlos. Dos golpes despacio y luego tres más intensos. Mientras acomodaba el desayuno en la mesa del living, levantó instintivamente la mirada hacia la esquina del techo. Qué curioso, la mancha había desaparecido.
La mujer frunció el entrecejo y con un vago presentimiento miró en dirección al cuarto de los chicos. Un líquido espeso y granate chorreaba por el dintel de la puerta. Dibujaba, en la blancura de la madera, la sonrisa de un payaso.

La sonrisa del payaso


boca
En Sevilla se abrió un nuevo instituto, se comenta que en éste lugar, concretamente en uno de los servicios de las chicas ocurrió algo realmente macabro.
Una chica entró en el servicio y para su suerte se encontró allí dentro con un grupo de vándalos, estaban esperando una víctima.
Después de inmovilizarla le dieron tres opciones:
1- te torturamos.
2- te violamos.
3- o te hacemos la sonrisa del payaso.
Esta inocente chica, sin saber lo que era la tercera opción fue la que eligió, le parecía que sería menos horrible.
encontraron a la chica desangrándose en el baño, le habían cortado las mejillas desde lal comisura de los labios hasta la altura de las orejas, simulando así la sonrisa de los payasos. Hoy por hoy aun me pregunto si esta historia será real pero me sigue dando miedo ir sola al baño.

Las gemelas (Leyenda urbana)


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Dicen que cuando nacen gemelas lo que le pasa a una le pasa a la otra siempre, esto precisamente es lo que le sucedió a dos chicas gemelas de españa.
Eran dos hermanas que se llevaban muy bien, nunca se peleaban indiscutían, pero por razones de trabajo tuvieron que cambiar su residencia a la ciudad, donde estaba la carretera que era peligrosísima en esos momentos.
Las niñas tuvieron que cruzar solas por que a la madre la llamaron del trabajo para que fuera urgentemente, les dijo a las niñas que cruzaran solas pero con cuidado y mirando a los dos lados y las niñas obedecieron.
Nada más girarse la madre para marcharse oyó un golpe muy fuerte detrás suyo, eran sus hijas que habían sido atropelladas por un camión, las dos desgraciadamente habían muerto.
Cuatro años más tarde la madre aún era joven ya que tenía 34 años, todavía vivía en la misma casa cerca de la carretera y no olvidaba ningún día a sus dos gemelas. afortunadamente había vuelto a tener hijos, casualmente eran dos gemelas, además muy parecidas a las que murieron atropelladas, esto hacía que la madre en parte olvidara ese trágico suceso.
Pero la fatalidad estuvo a punto de volver a la familia, a pesar de prohibirles expresamente acercarse a la carretera, un día las dos niñas fueron jugando y decidieron cruzar la misma, no venía nadie en ningún sentido, no había peligro, en el último momento apareció su madre y les dijo que no cruzaran muy alterada y chillando, a lo que las niñas respondieron al unísono:
- Si no pensábamos cruzar, ya nos atropellaron una vez y no volverá a ocurrir…

Insomnio


insomnio

- No debo dormir -se repetía-. No seré alimento de esa ponzoñosa arpía.
De que aquellos ojos profundos de mirada insostenible lo estaban esperando en el vacío de sus sueños, se encontraba convencido. Y esto le provocaba un sentimiento de terrible angustia.
Incluso a él que entendía la venganza como propia de los espíritus nobles, la tortura a la que estaba siendo sometido se le antojaba como la más cruel y desmedida de cuantas puedan ser imaginadas.
Prefería contemplar la descarnada Luna, como ojo demoníaco entre la negrura envolvente del abismo enlutado, y su palidez inmaculada cuya blancura es más siniestra que las tinieblas de lo subterráneo; a abandonarse a merced del sueño.
Muchos y muy lánguidos fueron los gemidos de las entrañas del alma que esta inquietud le arrancó, llegando a ensordecer el susurro de la soledad, asfixiando los versos de la elegía que el silencio entona. Y muchas fueron las noches que pasó sin dormir intentando entregarse a repasar viejas páginas roídas sobre historias olvidadas.
Pero grande era la pena que cubría su pensar. Sentía como sobre su cráneo descansaba el peso de toda la existencia. Si se le hubiese preguntado, con toda seguridad hubiese respondido que esa mirada no era humana. Que se trataba mas bien de negras agujas que se enterraban en las más hondas profundidades de su voluntad. O quizá más probablemente, de un espejo entre llamas que arrancaba las imágenes más mezquinas de su ser.
Con toda seguridad hubiese respondido que esa mirada era propia de una forma de vida mucho más antigua y poderosa. Que ya era remota cuando el mundo aún era joven.
- Ella estará allí. Aguarda su momento - se decía-. No olvida que es la Inexorable y que no es posible que escapemos a ella.
Y tras perder la cuenta de sus días de vigilia, haciendo ya horas que se le hubo extraviado en los laberintos de su consciencia la razón, la cadena de alaridos que vociferó fue tan atroz que más no lo habría sido si el abismo se hubiese abierto para liberar la angustia de los condenados. El clamor de lamentos sólo fue sofocado para proferir con aterrador tono: "¡Vete, vete!" mientras, dando vueltas, sacudía manotazos a su alrededor de modo, en apariencia, arbitrario.
A causa de su doliente estado, en un dinamismo marcado con un amargor y una distorsión mayores aun que los que el mármol eternizase en Laocoonte, se le tornó la expresión.
No encontrando manera alguna de aplacar la inclemente ansiedad que le mortificaba, se puso a beber hasta que la embriaguez le hubo derribado al suelo. Finalmente, y poco antes de quedarse dormido, balbuceó para sí mismo: "¡Que no haya tiniebla!".
Su mirada se ahogó, fue a morir a los párpados de la aurora de otro mundo. Sintió, con un sentir obscuro y abismático, cómo se hundía en esos ojos negros hasta la entraña que tanto temía. Nada, muerte y vacío, era todo lo que acababa por ser reflejo de aquellas negras pupilas. Se tornaba en abismo todo lo que aquellos ojos contemplaban.
Saboreó amargamente su alma en la boca. Sólo caída hubo después, violenta y profunda, con un caer veloz y prolongado que parecía no tener final.
Fue encontrado al par de días completamente aplastado contra el suelo, en igual forma a la que se encuentra a los que caen desde inmensas alturas. Entre cuerpo putrefacto pleno de morbidez y desecho desgarrado que hubiese hecho las veces de canapé para una gran rapaz, era su cadáver. Su olor era el del vaho sangriento de mil fúnebres festines.

El ser sin alma


ser

Tommy había ingresado ese año a estudiar en un pequeño colegio particular, el corazón le decía que en el nuevo colegio seria todo diferente y por ende esperaba que lo tratasen mejor a como lo habían hecho otros colegios donde había estudiado, una cosa era cierta en ahí lo tratarían muy, muy diferentemente.
Aunque los primeros días como era lógico todos trataban de estar lo mejor presentables y corteses posibles, pues nadie conocía a nadie y Tommy creyó que en aquel lugar seria al fin feliz ya que todos le saludaban educadamente, incluso hasta las chicas mas guapas y bonitas siempre le dirigían la palabra con una sonrisa algo tímida, pero las semanas pasaban y pronto todos empezaron a hacer amistad con alguien de su preferencia.
Poco a poco Tommy empezó a quedarse solo otra vez, pues ya todos se daban perfecta cuenta de que él era, por decirlo así, el perfecto ejemplo de un Nerd auténtico, y por lo tanto una presa perfecta de las bromas de los mas populares y (ya que no habían más Nerds en aquel colegio) de los no tan populares también.
Con el paso del tiempo todas esas bromas ya empezaban a hacer enfadar a Tommy quien en un principio las tomaba a chiste pero ya se estaba cansando, hasta que un día no pudo resistir más y decidió encarar al más popular de toda esa partida de abusivos.
Eduardo, que así se llamaba el chico mas popular de la escuela lo veía con un gesto de desprecio mientras Tommy le hacia un lista de las cosas que le desagradaba que le hicieran y donde les advertía que no le molestasen más, a lo que Eduardo le respondió con un empujón cual ayudado por el pie de otro de esos insoportables chicos hizo perder el equilibrio a Tommy y lo mando de lleno al suelo, todos ellos reían llenos de gracia incluso las chicas que encontraban eso muy gracioso.
Tommy no lo soportó más y en ese momento sucedió algo que empezó a cambiar su vida de una manera irreversible, el carácter siempre tímido y amable de Tommy empezó a expresar manifestaciones de ira, una rabia tan grande y desquiciante que reemplazó a su raciocinio y le hizo actuar por instinto.
-Te voy a matar infeliz... eres hombre muerto y eso te lo juro- fue lo poco que le alcanzaron a oír el resto de sus compañeros pues en ese instante Tommy como un rayo tomó a Eduardo por el cuello de la chaqueta y para sorpresa de todos lo elevo por el aire a un metro de las cabezas de todos, para luego estrellarlo violentamente contra el suelo y comenzar a golpearlo con toda la fuerza que sus brazos le permitían.
-¡Ya basta desgraciado!-Le grito desesperadamente Robert, el mejor amigo de Eduardo y compañero de diabluras, en especial si se trataba de Tommy, quien lanzándose sobre el agresor de su amigo trato de quitárselo de encima pero era tanto como mover una pared de ladrillos.
-Te dije que pares pequeño imbécil- gritó una vez más Robert al tiempo que le propinaba un puntapié en las costillas de Tommy quien al sentir el dolor dejó de golpear repentinamente a Eduardo y lentamente se incorporó con la mirada aterradoramente clavada en los ojos de Robert quien por primera vez dejó de ver a Tommy como a un juguete para golpear y empezó a tenerle mucho miedo.
-Y que haremos ahora contigo Robertito- susurraba Tommy al tiempo que una expresión nueva de furia invadía su rostro.
-No te acerques más te lo advierto, no te acerques mas a mi, por favor- pedía Robert, con un tono que parecía próximo al llanto-por favor, tranquilízate-
Pero cuando Tommy se aprestaba a lanzarse sobre su nueva presa Eduardo se incorporó lleno de sangre en toda la cara y se lanzó contra Tommy por la espalda pero éste lo rechazó con un codazo en la boca del estómago lo cual hizo que Eduardo se doblase como una hoja de papel por la mitad.
-Que rayos pasa aquí- Era el director que había visto todo el cual, avalado por la acusación de todos los compañeros de estudios tuvo motivo suficiente para castigar físicamente a Tommy, el cual llorando más por la ira de aquella última humillación que por el castigo del director se fue a su casa expulsado por tres semanas del colegio, al llegar a casa todavía quedaba la cólera de su padre, el cual ya se había enterado de todo por una llamada telefónica que le hizo el mismo director.
Pasaron tres semanas y al fin Tommy regresó al colegio aunque nadie y solo una compañera suya, llamada Jazmin lo notó, había algo en Tommy que lo hacia diferente, era algo que había perdido, como si ya no formase parte de Tommy, como si aquello que entraba ese día por la puerta del colegio no fuese Tommy.
-No se que le pasa a Tommy, es como si ya no estuviese ahí- Alcanzó a decir Jazmin a una amiga suya durante el receso para el refrigerio-No se que será pero me pone nerviosa.
-Lo que pasa es que ese demente te gusta-Fue todo lo que le alcanzó a decir su amiga lo cual la hizo enfadar mucho.
Pasado ese episodio ya nadie quería acercarse a Tommy pues cada vez que le miraban directamente a los ojos parecían ver un vacío profundo carente de toda emoción, en clase siguió siendo uno de los mejores y a la hora de hacer grupo para algún trabajo de aula nadie quería acercársele a menos que el profesor del curso obligase a unos cuantos.
-Es como si en su mirada ocultase un gran fondo de vacío y tristeza- fue todo lo que Jazmín alcanzó a decir un día que ella y varias amigas estaban reunidas en su casa, pero ellas fingieron no oírla aunque en el fondo sabían que tenía razón.
Al final del año escolar había alguien que quería vengarse, era Eduardo, quien junto con Robert planeaban la forma de cobrársela, hasta que la oportunidad les llegó, en una invitación a la fiesta de Mónica, una compañera más de clase, la fiesta se organizó por el fin del año escolar y por cortesía ofreció un invitación también a Tommy a quien se le acercó bastante temerosa y nerviosa y él se lo agradeció con un apagado agradecimiento, como si alguien estuviese hablando a través de un largo tubo con un pedazo de tela en el otro extremo.
Llegaron todos a la fiesta de Mónica, el lugar era ideal, la casa era muy grande y señorial y justo delante tenía un precioso y pequeño lago que le daba un toque de misterio y romanticismo.
En cuanto a la fiesta, se desenvolvió con toda normalidad, todos se lo pasaban bien, pero Eduardo se encargó de estropearlo todo, y todos sabían porque, tenía una cuenta pendiente. Eduardo se acercó a Tommy y le dijo que Jazmín estaba esperándolo en su coche, quería saber si le hacía un favor. Tommy, estaba desconfiado, pero por tratarse de Jazmín, salió hasta el coche de Eduardo, cuando llegó, el mismo Eduardo y con la ayuda de Robert, lo empujaron hacia dentro, cerraron todas las puertas del vehículo, tomaron una cadena y ataron un extremo de esta al carro y el otro a un árbol, hecho esto, empujaron el coche hacia la orilla.
- ¿Cómo se siente ahora idiota? – Empezó a gritar Eduardo al tiempo que se reía. Sus risas llamaron la atención de todos los que estaban en la fiesta, incluida Jazmín, que salió como los demás para ver que estaba ocurriendo. Al ver el brutal espectáculo, una sensación se apoderó de casi todos los allí presentes, esto estaba yendo demasiado lejos.
- Vamos es sólo una broma de fin de año para el llorón-. Contestó sin dejar de reírse. En ese mismo instante nadie se esperaba lo que ocurrió, uno de los extremos de la cadena se rompió y el coche empezó a rodar hacia el lago.
Todos, espantados, reaccionaron al unísono, empezaron a tirar de la cadena, había que evitar que llegase a hundirse del todo, todos unieron sus fuerzas para salvar al chico extraño, pero el coche pesaba demasiado, su peso hizo que se hundiese en el fondo fangoso, parecía como si una enorme ventosa estuviese absorbiendo al vehículo. Tommy gritaba desesperado, un ataque de histeria se apodero de él, mientras intentaban sacarlo se escuchaban los gritos de desesperación que juraban venganza.
-¡Les juro que me vengar!, no moriré aquí, yo jamás moriré, no
tengo alma por culpa de ustedes, la perdí y ahora lo pagarán!- Eduardo, Robert y Jazmín pudieron ver como la mirada de Tommy se clavaba en sus almas, esas palabras de venganza iban dirigidas a ellos tres, pues Tommy creía que Jazmín estaba en todo esto.
Lo último que se vio fue el maletero del coche, Tommy se había hundido definitivamente, pero sus gritos se oían todavía. El panorama era dantesco, las reacciones fueron distintas en cada uno de los presentes, pero en todos se reflejaba la cara del horror, del espanto, de lo insoportable.
Eduardo, Robert y Jazmín se lanzaron al agua para poder sacarlo, pero todo fue inútil, el daño ya estaba hecho y la venganza había comenzado.
Cuando la policía llegó, remolcaron el auto hacia la orilla y comprobaron que en su interior no había nadie.
Eduardo y Robert fueron acusados de homicidio involuntario y aunque no hallaron el cuerpo
de Tommy fueron condenados a diez años de prisión, lejos de sus amigos y familiares, pero eso si teniendo tiempo para pensar en lo que hicieron.
Una noche Jazmín se prestaba para dormir, de pronto escuchó un golpeteo en su ventana, asustada, se levantó de la cama y al acercarse al cristal, esta se abrió con fuerza, de pronto notó como alguien agarró su brazo, asustada no atinaba a gritar, pero el impacto fue mucho mayor cuando apreció entre la oscuridad el rostro del que la sujetaba, Tommy.
- Tu también te burlaste de mi, lo pagarás, te maldigo, verás a tu primer hijo sufrir igual que sufrí yo, sentirá un rencor tan grande que llegará a perder su alma como yo lo hice. Pero tu honda pena será mucho mayor cuando él tenga 17 años y pase por lo que ustedes me hicieron pasar y al final cuando quede vacío de alma se unirá a mi para siempre en el otro lado.
Terminadas sus palabras, soltó a Jazmín y se fue desapareciendo entre la oscuridad de la noche.
El tiempo ha ido pasando, Jazmín espera a su primogénito con mucha ilusión, por fin el 15 de febrero, notó que había llegado la hora, estaba rompiendo aguas, pero Jazmín ya no estaba feliz, no quería tenerlo ahora, ella sabía que ese día era maldito, el 15 de febrero era el día en que nació Tommy, la venganza había comenzado.

La fiesta


                    fis

No es fácil empezar, después de leer mi historia lo entenderán. Vivía en una pequeña casa, aislada de la ciudad, ya que por la enfermedad de mi madre nos tuvimos que mudar aquí, mi mamá tenía pánico a la gente y se alteraba demasiado.
En mi casa somos tres, mi madre, mi medio hermano y yo, mi papá murió cuando yo tenía sólo siete años.
Como decía, la casa es pequeña, pero tenebrosa, y mis compañeros de curso lo sabían, por eso insistieron celebrar aquí la fiesta de halloween, a lo cual accedí.
Llegó el día, todos mis amigos y yo estábamos en mi casa, pero en mitad de la fiesta a alguien se le ocurrió proponer:
- Juguemos a la ouija. Todos aceptaron.
Lo preparamos todo minuciosamente, hasta el último de los detalles, ocupamos nuestros puestos y comenzamos la invocación. Increíblemente el testigo respondió inmediatamente a nuestra llamada, se habían cumplido nuestras expectativas. Pero de repente una extraña sensación llegó a mi ser, se escuchaban gritos en la segunda planta, un frío penetró de golpe las almas de todos los presentes y una ráfaga de viento abrió bruscamente las ventanas, todos quedamos impasibles. ¿Qué estaba pasando?, al fin reaccionamos y algunos empezaron a gritar, otros reaccionaron riéndose, como si quisieran creer que todo era una broma. Pero no, en mi casa nunca habían pasado cosas así.
Pasados unos segundos, el silencio volvió y los ánimos se iban calmando, pero de pronto uno de nuestros compañeros rompió el silencio, estaba pronunciando palabras que ninguno de nosotros podía entender, parecía que hablaba en latín. Algunos empezaron a reír y otros no lo soportaban más, querían que se callase, pero el no paraba, los ánimos se caldearon de nuevo y una amiga empezó a pelearse brutalmente con un compañero.
El panorama era dantesco, unos reían como endemoniados otros gritaban, se peleaban y varios cayeron desmallados, era horroroso e insoportable.
Por fin llegó un momento de calma, pero no duro mucho, una nueva oleada de cólera descontrolada invadió a los allí presentes, los gritos aumentaron, ya no se podía más, era horrible, la sangre salpicaba las paredes, el testigo de la ouija se movía solo, pero de forma controlada, pude leer:
- Fue un gran error…
A pesar de todo lo que estaba ocurriendo en aquella sala, yo intentaba mantenerme tranquila y razonable, pero no aguante mucho, el tablero empezó a temblar bruscamente y de el salió un resplandor, allí pude ver a mi padre, él estaba provocando todo esto, ahora sabía lo que estaba ocurriendo, habíamos abierto la puerta, y él no se iba a peder tan esperada cita por nada del mundo, buscaba venganza…Pero…¿Por qué?.
Reaccioné inmediatamente y subí las escaleras de tres en tres, tenía que encontrar a mi madre, pero al llegar al segundo piso la encontré muerta, y mi hermano yacía muerto a su lado. ¿Por qué los mató?...
Poco después encontré el diario de mi madre, allí encontré todas las respuestas. Mi madre lo había asesinado, junto con el papá de mi medio hermano, mi padre había cumplido su amenaza…
Ahora entiendo los gritos, eran ellos, de un día a otro mi familia y mis amigos habían desparecido para siempre. Nunca olvidaré aquel halloween.

LA MUJER DEL PASILLO


                                 anc

Una noche de Halloween, por hacer algo de miedo, Elena y sus amigos decidieron jugar a la Ouija, cosa de la que siempre se arrepentirían. La noche era fría, en el ambiente se notaba un aroma extraño, el grupo buscó una vieja Ouija que la familia de Elena siempre había tenido guardada... Era de su bisabuela, la cual había muerto cuando ellao aún no había nacido, y  a la que siempre había querido conocer. Sus amigos hacían eso por diversión, ella con un fin, puesto que quería hablar con su bisabuela.
La sesión comenzó, entre risas sus amigos bromeaban, ella estaba muy seria, concentrada, pero los demás no lo notaron, hasta que cayó un rayo que iluminó toda la habitación oscura, seguido de un trueno, que estremeció hasta el último de los participantes. Asustados por el rayo, sus amigos, se quedaron en silencio, al igual que Elena, concentrándose, de repente, el puntero de la Ouija comenzó a moverse. Preguntaron al unísono, quién era, pero no respondió.
El puntero se movía sin cesar de un lado para otro, sin formar palabras. Al final paró, y lentamente, formó las siguientes palabras: "Estoy yendo a por vosotros".
Era una mujer, que estaba en el pasillo y gritaba, quería entrar en la habitación. El cerrojo estaba echado, no podía entrar, pero parecía que iba a tirar la puberta abajo.
La mujer gritaba desesperada, la puerta iba a caer, así que empujaron la cama para atrancarla. La mujer cada vez más desesperada, gritaba el nombre de Elena. Ella tuvo el impulso de abrir la puerta, pero se contuvo, esos gritos eran desesperados.
Entonces se dió cuenta: Era su bisabuela; algo se lo decía, aunque no podía explicar cómo lo sabía.
Elena se lanzó a abrir la puerta, quería verla, tenía que verla, pero sus amigos la agarraron. Los gritos cesaron, una de sus amigas, tuvo un ataque de nervios. Cuando se acercaron a consolarla, una voz grave y fuerte salió de ella diciendo que no se acercaran, los chicos se quedaron helados.

La mujer del pasillo comenzó a gritar de nuevo: "¡Os lo advertí, y no me hicistéis caso, ahora moriréis!". Una amiga de Elena comenzó a moverse de un lado a otro, diciendo que los mataría. Intentaron abrir la puerta pero no pudieron. Los gritos volvieron a cesar, conseguieron abrir la puerta, Elena salió primero, de repente la puerta se cerró tras ella.

Elena podía oir los gritos aterrorizados de sus amigos, histéricos, pidiendo socorro, dando patadas a la puerta para abrirla.
Escribió sui historia, cuarenta y cinco años después de que ocurriera, al salir de la cárcel, culpada por el asesinato de sus amigos, a los cuales encontró muertos cuando conseguió abrir la puerta de la habitación.

El caserón


           caserón

La extraña historia que relato a continuación, sucedió en un pequeño pueblo de Guadalajara, España.
Estaba con mi compañero y mejor amigo patrullando los alrededores de un caserón, éramos Guardias civiles.
Nos encontrábamos en esa zona porque recibimos un aviso por radio desde la central, nos alertaba de unos bándalos que estaban provocando destrozos.
Mientras patrullábamos, observando atentamente y sin casi darnos cuenta nos oscureció. Todo estaba muy tranquilo, no parecía que nadie estuviese en los alrededores, cuando creía que nos iríamos a seguir nuestra rutina, mi compañero me sorprendió cuando bajó del coche y se fue solo hacia el interior del caserón abandonado.
Estuve esperándolo un buen rato y sin comunicación alguna, cuando la recuperé pude escuchar claramente, “Si entras morirás”.
Lo primero que pensé, es que era una broma de las de mi compañero, aún así me dirigí hacia la casa y justo antes de entrar por la puerta principal escuché los gritos de mi compañero por radio:
- ¡Son demasiados!, ¡Las balas no les afectan!
- ¡Pero, que ocurre!, ¿Quiénes son?, contesté.
De pronto se cortó la comunicación, corrí hacia el coche patrulla para pedir refuerzos, pero me dijeron que tardarían como mínimo unos quince minutos en llegar, las órdenes que recibí fueron precisas, que me esperase fuera, pero…¿Cómo que esperase fuera?, mi compañero estaba en peligro. Ni me lo pensé, cuando estaba cruzando la puerta, le comuniqué que iba dentro para buscarle, el me dijo que no entrase, que podían matarme. Pero…¿Matarme el que?¿Quién?.
Evidentemente no hice caso y entré sin pensarlo dos veces, pero ya dentro me quedé sorprendido, la casa estaba totalmente en ruinas y la puerta que dejé atrás se cerró de golpe, seguidamente escuché una voz que dijo:
- Has elegido el camino de la muerte, no saldrás de aquí, vivo.
A pesar del terrible miedo que sentí, seguí adelante en busca de mi compañero y amigo. Después de buscar por toda la casa, por fin pude verlo, me acerqué, se encontraba de cuclillas apoyado en un rincón, estaba malherido:
- Déjame aquí, hay más seres rondando la casa. Dijo mi compañero entre lamentos de dolor.
- ¿Otros seres, pero que?, no pude terminar la frase cuando algo con una fuerza descomunal me tiró al suelo. Saqué mi arma y vi unas extrañas sombras corriendo a mi alrededor, sin dudarlo ni un instante empecé a disparar, pero no les afectaba ninguno de mis disparos, les había dado, estoy seguro, pero las balas no parecían provocarles daños.
Empecé a sentir un escalofrío y antes de que el miedo no me dejara reaccionar, salí corriendo con mi compañero a hombros, cruzamos seis salas y llegamos a un gran comedor, encendimos las linternas y al ver una estatua de Cristo colgada del revés, nos dimos cuenta de todo lo que estaba ocurriendo, a su lado había una nota:
- Habéis entrado en territorio satánico, prepararos para sufrir, vais a morir.
No acabamos ni de leer la nota y empezamos a notar esas extrañas presencias alrededor nuestro, no sabría cuantas podían ser, pero se estaban acercando cada vez más. El miedo se nos apoderó, nos quedamos quietos apuntando con el foco de nuestra linterna cada vez que notábamos algo extraño. Cuando todo parecía perdido escuchamos las sirenas de los compañeros, reaccionamos corriendo con todas nuestras fuerzas y conseguimos salir, pero ahí fuera no había nadie, estábamos solos, de pronto una especie de figura fantasmal vino derecha hacia nosotros cogiendo a mi amigo y llevándoselo hacia el interior del caserón.
Todo parecía una locura, no podía creer lo que estaba sucediendo, colapsado por todo lo ocurrido me dirigí al coche para coger un arma mejor. Más seguro entré de nuevo al caserón y vi a mi compañero acercarse a mi, estaba un tanto cambiado y con una extraña expresión en la cara me dijo:
- En el nombre de Satán yo te tomaré.
Al acercarse vi que tenía los ojos rojos, parecía poseído, no supe como reaccionar y mientras tanto él sacó su pistola y me apuntó a la cara, no tuve otra opción, apreté el gatillo de mi escopeta y cayó fulminado, fue entonces cuando llegaron los refuerzos.
Cuando llegaron traían consigo a un cura, estaban al corriente de todo, ya que no era la primera vez que habían ocurrido cosas extrañas por estos alrededores, me ayudaron y hablé con el cura, me dijo que todo lo ocurrido había que llevarlo en el más riguroso secreto, lo que allí había pasado no tenía que saberlo nadie. Luego me consoló, me dijo que había actuado bien, que mi compañero había sido víctima de una posesión, en el caso de que no le hubiese disparado él lo habría hecho sin dudarlo y sería yo el que ahora estaría muerto.

Vanessa


niña tetr.

Vanessa, era una joven de Gijón que estudia Terapia ocupacional en la
Universidad de Talavera. Junto con otras dos chicas alquiló un piso en la calle de los Templarios para que los gastos fueran menores.
Durante el segundo curso, Vanessa suspendió dos asignaturas y sus padres le enviaron el mes de agosto para estudiar. Una noche de verano en la que estaba sola, cuatro golpes secos sonaron a su puerta. Vanessa creyó que se trataba de algún amigo con el que salir a tomarse una copa, pero se trataba de una niña de alrededor de siete años.
La niña, de hermosos tirabuzones rubios y grandes ojos castaños miró a Vanessa y le dijo que se había perdido. Vanessa le dejó entrar, le preparó un vaso de leche y le dijo que iban a ir a la policía. Verónica le rogó que no lo hiciera esa noche pues tenía mucho sueño y quería dormir. Vanessa accedió y le preparó la cama. Por la mañana temprano cuando Vanessa iba a llevarla a la policía, entró en el cuarto y vio que la niña, llamada Verónica, no estaba.
Un año después en idéntica situación, la niña volvió a aparecer. Parecía que no había crecido nada. De nuevo Vanessa le preparó la cena y le dejó dormir pero al día siguiente Verónica volvió a desaparecer sin dejar rastro. Vanessa fue a la policía y dio todos los datos de la chiquilla pero no se habían producido denuncias ni nadie había reclamado una desaparición. Tras dar muchas vueltas, Vanessa llegó al Hospital de San Prudencio. Un hospicio para niños y niñas huérfanos. Allí la madre Sonsoles, le explicó que no tenían ninguna niña de esas características. Justo cuando se disponía a salir Vanessa del lugar, otra monja llegó con un calendario de dos cursos atrás. Allí estaba la foto de Verónica, tal y como Vanessa le había visto. - Sí ¡es ella! - gritó. Las dos monjas se miraron extrañadas - Verónica murió hace dos años.
Aquella noche, cuatro golpes secos sonaron en la puerta de Vanessa. La muchacha observó por la mirilla de la puerta. Allí estaba de nuevo Verónica, con los brazos cruzados y cara de enfadada. - Has tardado mucho en abrirme, tengo hambre y sueño - dijo la niña.
Vanessa aterrada preparó todo como lo había hecho habitualmente.
Cuando acostó a Verónica no pudo soportar el terror y entró despacio a su habitación. La niña estaba totalmente arropada. Vanessa retiró la sábana y bajo ella, como un suspiró pareció desvanecerse un cuerpecito en una nube. Sobre la almohada, con letra infantil y varias faltas había una nota "Gracias por la leche y los dulces, ahora tengo que irme a llevar al infierno a las otras tres chicas que no me dejaron entrar a sus casas."

EL COLEGIO MALDITO


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Quiero contaros una cosa que sucedió en mi pueblo, esta historia es verdad, al menos eso dicen, pero a mi me puso los pelos de punta al escucharla.....
todo empezó hace muchos años, en mi pueblo, que por aquel entonces solo era un pueblito mas de los muchos perdidos entre las montañas de asturias. mi pueblo como ya he dicho era pequeñito, apenas tenía una pequeña plaza con iglesia, un parque, una pequeña cárcel y una escuela, con todas las casa apiñadas alrededor. pero aún así estaba muy orgulloso de su escuela: era una de las mejores de toda la cuenca, pues era bastante grande y estaba al alcance de todas las familias, aunque los profesores escaseaban. pero un buen día, un día de clase, un grupo de alumnos estaban haciendo manualidades con su profesora. tendrían apenas 8 ó 9 años, y se lo pasaban en grande con el barro y las pinturas. la profesora, una joven muy guapa y que había empezado hacía apenas un mes, puso la radio para oír el parte del tiempo, pues la clase se iba el día siguiente al monte de excursión. pero a la mitad del parte, un hombre con voz muy grave cortó la comunicación y dio una noticia de última hora: "les comunicamos que se ha escapado un peligroso asesino de la cárcel del pueblo... por favor, les rogamos que cierren herméticamente puertas y ventanas hasta que sea detenido. “gracias" los niños se asustaron mucho y con razón; la cárcel quedaba muy cerca de la escuela. la profesora los tranquilizó y se puso a contarles historias para que se calmaran y se olvidaran un poco de aquello, pero a una niña le entraron muchas ganas de ir al servicio... la "profe", con la poca experiencia que tenía y después de lo que habían dicho en la radio, no sabía si dejar a la niña ir, pero ésta insistía tanto que al final la dejó; antes de marchar, acordaron una contraseña para saber que era la niña y no el temido preso:
cuando llegara, tenía que dar tres golpes en la puerta y arañarla dos veces. la niña se fue al baño, pero nunca volvió.
el preso, que estaba escondido en un lavabo, la obligó a que le dijera la contraseña y luego le cortó la cabeza. la profesora estaba ya preocupada, habían pasado veinte minutos y la niña aún no había vuelto. pero de pronto, en la puerta se escucharon tres golpes y dos arañazos: es ella, pensó la joven. pero al abrir la puerta, se encontró con el cuerpo sin cabeza de la pobre niña....de un salto, el preso entró en la clase, y entre gritos de terror y dolor, acabó con todos los niños..... sólo la profesora quedó con vida, pues logró saltar por una ventana.....hoy en día está en un psiquiátrico, no puede parar de repetir una y otra vez: tres golpes y dos arañazos, tres golpes y dos arañazos.... la escuela estuvo a punto de ser derrumbada , pues solo traía malos recuerdos, pero al final la dejaron. dicen que si entras, en el baño podrás ver la cabeza de la niña, que te mira fijamente con ojos llenos de terror, y que en la clase, chorrean sin parar regueros de sangre por las paredes...

Amigas para siempre




AMIGAS PARA SIEMPRE
Año 1982. Alicia y Sara eran dos chicas, ambas de 15 años, e íntimas amigas
desde la más tierna infancia. Vivían en el mismo barrio, estudiaban en el mismo
instituto, iban a la misma clase... en fin, eran inseparables. Sin embargo, tenían
caracteres muy diferentes. Alicia era alegre y extrovertida, mientras que Sara era
muy tímida y callada.
Cierto día, Sara le propuso a Alicia:
- ¿Por qué no hacemos un juramento de sangre?
- ¿Qué?
- Mira, por si algún día perdemos el contacto, juramos que la que muera antes de
nosotras dos, irá a avisar a la otra.
- Qué tontería, Sara, nosotras siempre estaremos juntas.
Ante la insistencia de Sara, y entre asombrada y divertida, Alicia al final aceptó
la propuesta. Ambas se practicaron un corte con una navaja en el dedo índice de la
mano derecha, y sellaron el pacto a la luz de unas velas.
Pasaron los años. Alicia había terminado sus estudios de derecho, tenía un buen
trabajo, una casa preciosa y un marido y un hijo maravillosos. Hacía mucho que no
veía a Sara, la amiga de su juventud, aunque a veces se acordaba de ella cuando se
veía la cicatriz de su dedo índice. Al final, la vida les había llevado por caminos
distintos y no habían vuelto a verse desde que acabaron el instituto.
Una noche, Alicia tuvo una horrible pesadilla: iba conduciendo, cuando de repente un
camión invadía su carril y chocaba con su coche.
Se despertó empapada en sudor, y justo en ese momento, oyó llamar al timbre de la
casa. Eran las 3 de la madrugada. Miró a su marido, que dormía profundamente a su
lado, en ese momento, el timbre volvió a sonar con insistencia. Maldiciendo por lo
bajo y preguntándose quién podría ser a esas horas, Alicia se levantó y fue a abrir
la puerta.
Cuando abrió la puerta y vio a la mujer que estaba en el porche, abrió la boca,
totalmente anonadada. Aunque había cambiado bastante, la reconoció enseguida.
Allí, terriblemente pálida, ojerosa y con una enorme herida sangrante en la cabeza,
estaba su antigua amiga Sara.
- ¡Por Dios, Sara! ¿Qué ta ha ocurrido? Entra, te curaré esa herida.
- ¡Cuánto tiempo
sin vernos!
Sara no se movió de donde estaba.
- He venido a cumplir mi promesa, Alicia. He muerto y vengo a decírtelo.
Alicia se quedó sin habla.
- Ya que la vida nos ha separado, estaremos juntas en la muerte. Te estaré
esperando...- dijo Sara levantando el dedo índice. Acto seguido, desapareció.
Alicia empezó a notar un dolor persistente en su propio dedo índice, al mirárselo
descubrió que lo tenía empapado en sangre, como si se le hubiera vuelto a abrir el
corte que se hiciera años atrás... Lanzó un alarido estremecedor y cayó desvanecida
al suelo.
Al día siguiente, despertó en su cama y pensó que todo había sido un mal sueño.
Encendió el televisor para desayunar, y lo que vio la dejó helada: la noche
anterior, a las 3 de la madrugada, había habido un accidente de tráfico: un camión
había chocado con un coche, y la conductora del mismo había fallecido en el acto.
A partir de aquél día, su vida se convirtió en un auténtico infierno. No comía, se
olvidaba de recoger a su hijo en el colegio, no rendía en el trabajo... Y todas las
noches tenía el mismo sueño, en el cual oía llamar a la puerta, y al abrir veía a
Sara levantando el dedo índice y diciendo "te estaré esperando", tras lo cual
siempre se despertaba con un dolor insoportable en su dedo lleno de sangre.
Su marido no entendía lo que le estaba pasando, los médicos no encontraban ninguna
explicación, y finalmente internaron a Alicia en un psiquiátrico.
Allí no hizo sino empeorar, ahora en sus pesadillas veía a Sara junto a su cama.
Una noche, un celador del psiquiátrico oyó un espantoso ruido de cristales rotos
que provenía de la habitación de Alicia.
Al entrar en la habitación vio que la ventana estaba rota, se asomó y vio a Alicia
tirada sobre la acera en medio de un charco de sangre. Tenía una gran herida en la
cabeza y a su lado, en el pavimento, alguien había escrito con su sangre: "AMIGAS
PARA SIEMPRE".